Invisible a mis ojos, siempre estás presente en mi corazón.
Tu felicidad sea infinita, como mis cuidados, mis lágrimas y mis insomnios.
Impaciente al yugo, si otras mujeres tratan de imponérmelo, me someto con docilidad a tus deseos más insignificantes.
Mi anhelo, en cada momento, es tenerte a mi lado: ¡Ojalá pueda conseguirlo pronto!.
Amiga de mi corazón, piensa en mí y no me olvides aunque mi ausencia sea larga.
Dulce es tu nombre. Acabo de escribirle, acabo de trazar estas amadas letras: ITIMAD .
(Al Mutamid)
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